Princesa Encantadora (Novela) Capitulo 66

C66

Claude levantó una ceja como si tratara de entender lo que estaba diciendo. Luego se volvió para mirar las flores que sostenía.

—¿Debería poner la flor en el jarrón y colocarla junto a la ventana? Es bueno que reciban la luz del sol —dije tratando de ignorar las flores en el cabello de Claude.

¡Iba a quitárselas tan pronto como se las puse! Caray. ¿Qué hago ahora?

—Huelen bien. Papá, deberías intentar olerlas también.

Puse las flores en sus brazos antes de que Félix dijera algo extraño. Afortunadamente, no las tiró.

—Ya es la temporada en que florecen las Laphilias[1].

—Sí… Esas Laphilias le quedan muy bien, Su Majestad.

¡Cállate, caballero de sangre escarlata! No digas cosas innecesarias. ¡Wahh!

—Hoy ambos están balbuceando tonterías.

Es bueno que no lo entendió.

—Trae un jarrón para las flores mientras traes el té.

—Sí, Su Majestad.

Entré en pánico cuando Félix se fue.

C-Caray. Debo hacer algo con esas flores antes de que vengan los trabajadores. Si entran y muestran una expresión sorprendida, estoy segura de que se dará cuenta de que algo andaba mal. Y si eso pasaba… ¡¿Qué me pasaría a mí, quien le hizo esto…?!

—P-Papá hoy pareces cansado.

Me acerqué a él, intentando mantener la calma.

Puso las flores a un lado. Me moví rápidamente antes de que se pusiera de pie. Si se levantaba, no tendría ninguna oportunidad.

—Deberías dormir en tu cama al menos durante un rato. ¿No es incómodo dormir en el sofá?

Cuando estiré mis manos hacia sus hombros, mirando su espalda, se dio la vuelta con una mirada que parecía decir: “¿Qué estás haciendo?”

¡Ack, no! La flor se deslizó hacia abajo. 

—Mira esto. Tus hombros están tensos.

Me obligué a sonreír mientras masajeaba sus hombros. Fue entonces cuando estos se endurecieron aún más.

Ah. ¿Puse demasiada fuerza? ¡Todavía no puedes levantarte! 

Seguí masajeando sus hombros, pero esta vez haciendo menos presión.

—Incluso si estás ocupado, necesitas descansar apropiadamente cuando se da la ocasión.

Pronto se relajó y se inclinó en el sofá. El esfuerzo valió la pena.

Ugh. ¿Cómo debería quitarle esas flores de forma natural? 

—P-Por cierto, ¿no es peligroso no tener ni un solo guardia vigilando la puerta mientras duermes?

Decidí soltar cualquier cosa que podía decir.

—¿Qué pasaría si entra alguien malo?

—No hace falta preocuparse —resopló ante mis palabras.

Su resoplido fue arrogante y me sorprendió que sonara así.

No, espera, ¿por qué estás tan seguro? A pesar de que tienes un maná fuerte, ¿no se acaba todo si alguien te apuñala? 

—Podría entrar gente mala y hacer cosas malas a papá mientras duerme. Como ahora. ¿No tengo razón?

¡Estabas durmiendo y ni siquiera notaste cuándo entré! 

Sin embargo, volvió a resoplar.

—No importa si estoy despierto o estoy dormido, si la gente se me acerca con la intención de matarme, se harán pedazos.

Me estremecí.

Mis manos dejaron de moverse sobre sus hombros.

—¿Q-Qué…?

—Es la magia de protección —Explicó sin darse cuenta de que estaba en shock—. Es una magia que mata a las personas de forma dolorosa si se acercan a cierta distancia con la intención de matarme. ¿No lo sabías?

¡¿Cómo esperas que lo sepa?! 

Entonces… cualquiera que intente hacerte daño, ¿m-morirá de forma dolorosa? 

S-Solía pensar que si morías, mi vida sería más fácil… pero si en realidad tuviera malas intenciones y tratara de dañar a esta persona, ¿entonces también…?

Sentí escalofríos recorriéndome la espalda y poniéndome los pelos de punta.

¡Claude eres un humano aterrador!

Pero sus siguientes palabras me sorprendieron aún más.

—También tienes una magia similar en ti, así que no tienes que preocuparte por ser apuñalada.

¿Qué…? ¿Lanzaste una magia parecida? ¿En quién? ¿En mí? Entonces… estás diciendo que, si alguien intentara acercarse para lastimarme, ¿ocurriría una masacre frente a mis ojos…? 

Mi visión comenzó a nublarse.

—¿D-Desde cuándo…?

—Ha pasado demasiado tiempo que no lo recuerdo.

¡¿Entonces me lanzaste ese aterrador hechizo hace mucho tiempo y no lo recuerdas?! ¡Wahh! Entonces, ¿debería agradecerle por cuidar de mí para que no muera? 

—Aun así…

Seguí masajeando sus hombros, sintiéndome sin energías.

—Hay “una posibilidad en un millón”. Me preocupa que papá pueda estar en peligro.

Pero, espera… ¿acabo de decir “peligro” a papi? Ni siquiera puedo imaginarlo.

—No puedes dejarme viviendo sola, sin ti.

No dijo nada por un momento. Pensé en mis deberes en el tranquilo silencio.

Ahh. ¡Debo deshacerme de la flor rápido! ¡Ya casi es hora de que lleguen los trabajadores! ¿Qué debería hacer? Ahh… 

—Es divertido ver quién se preocupa por quién.

¡¡La flor!! ¡¿Qué hago?! ¡¡La flor!!

—Athanasia… Tú deberías ser quien…

Estaba entrando en pánico ante sus espaldas. No terminó la oración por que llamaron a la puerta.

—Su Majestad.

¡Ack! ¡Han llegado! ¡Ack! 

Claude movió ligeramente la cabeza hacia la puerta. Ah, ¡como sea! Decidí usar mi mejor plan antes de que entraran.

—¡Papá!

Lo abracé por la espalda. ¡Y conseguí quitarle la flor del lado izquierdo!

—Caminemos un poco después de la hora de té. Sólo un poco estará bien. Hoy hace sol, así que papá se sentirá más feliz si también lo hace. ¿Por favor?

Me concentré completamente en la flor del lado derecho. Ah, uhh. Comencé a mover uno de los brazos que rodeaba a Claude hacia la flor.

—Estoy ocupado.

—¿No podemos?

Volvieron a llamar a la puerta.

—¿Su Majestad?

Los trabajadores estaban afuera.

—No hay más remedio.

Aceptó. Lo dijo como si no tuviera otra opción ya que le supliqué mucho.

—Adelante.

¡Ah! ¡Espera! 

—¡Gracias papá!

Sonreí alegremente mientras le daba un beso en la mejilla.

¡Ja! ¡Ya eres mía, flor rosa en el pelo de Claude! 

—Bendiciones al sol y la esperanza de Obelia. —Los trabajadores entraron y lo saludaron antes de saludarme.

Jaaaa, jaaaa. 

Tiré las lindas flores rosadas en el sofá y dejé de abrazar a Claude.

Siento que me acaban de filmar haciendo una misión imposible. Si hubiera tardado un poco más…

No volveré a mencionar al chico flor nunca más. Wahh…

—¿Qué haces ahí de pie? Ven y siéntate.

—Siii.

Me dirigí hacia mi asiento, sintiéndome diez años mayor que cuando entré en la habitación.

♦ ♦ ♦

Después del paseo con Claude, me dirigí hacia mi biblioteca privada.

Le pedí a Félix que me consiguiera un nuevo libro de la biblioteca real. A pesar de que no parecía querer alejarse de mi lado, diciendo que era su deber protegerme, lo mandé igualmente.

Ahora sé que tengo una barrera protectora de Claude, ya no tengo nada que temer. Jejeje, sigue siendo una sorpresa. ¡Y pensar que siempre tuve esa aterradora magia! 

Mi biblioteca privada era incluso más grande que la biblioteca real. No sé qué pensaba Claude cuando me construyó esto, pero estaba en una escala increíblemente diferente a lo que un emperador da y lo que otras personas dan.

Hmm. ¿Qué leo hoy? 

Había libros que ya he leído y libros que puse en mi lista de lectura, pero que aún no he leído. Reflexioné, eligiendo uno.

Pero…

¿Hmm? ¿Soy sólo yo o estoy escuchando el pasar de una página, algo que no debería escucharse aquí, ya que es un lugar privado? ¿Dejé un libro en el escritorio la última vez? ¿Se están volteando las páginas por el viento que entra por la ventana abierta?

Deambulé por las estanterías hasta el lugar donde escuché el ruido.

Entonces pude ver a la persona que entró sin mi permiso. Era un invitado inesperado que me hizo quedarme inmóvil en mi lugar. También parecía haber escuchado mis pasos, por lo que levantó la cabeza para mirarme.

Era un hombre que estaba de pie con el brillante fondo de la radiante luz del sol de la ventana. El cabello blanco se mecía en la dirección del viento.

—Las bendiciones de Obelia. ¿Ha estado bien princesa Athanasia?

Isekiel me sonrió bajo la brillante luz.

El aura ya era diferente a la que otros tenían. Zenit tenía algo así e Isekiel también.

¿No es normal parecer sombrío si el sol está detrás de una persona? Pero él parecía que estaba siendo purificado a medida que pasaba el tiempo, lo que me dejó sin palabras.

Se escuchó en el aire el libro al cerrarse.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes.

Jadeé. Sus saludos fueron tan naturales que respondí inconscientemente. Esto no era lo que quería decir.

—¿Por qué estás aquí? Uhh… esta es mi biblioteca privada —pregunté. Mi tono de voz poseía una mezcla de sorpresa y confusión.

Quiero decir… ¿y qué si eres el protagonista masculino? ¿Y qué si tu sonrisa tiene unos efectos impresionantes? ¿Por qué pareces tan seguro y eres tan obstinado en quedarte de pie ahí como si esto fuera normal? ¡Cómo si mi biblioteca privada fuera TUYA! 

Y mira. ¡Está leyendo el libro de otro! ¡Luego me saluda como si no fuera nada cuando irrumpió en un lugar al que no puede entrar! 

Ja, jaa. ¡Ridículo!

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NOTA: COMPARTAN LA NOVELA MIS AMIG@S, PARA QUE TODOS PODAMOS LEER.

TOPCUR

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